viernes, 10 de agosto de 2012

El parto de Mireia



Voy a intentar relatar el parto de Mireia por dos razones: para compartirlo y para no olvidarlo.

Ya sé que las mujeres no nos olvidamos del parto, porqué nuestras madres y nuestras abuelas siguen contando sus historias, lo que demuestra que ese momento seguirá vivo en nuestra memoria. El parto nos marca para toda la vida. Pero escribirlo me servirá para no olvidar los detalles, para revivirlo.

Me había preparado para el parto, tanto física como emocionalmente. Tanto como supe o encontré los recursos para hacerlo. Había ido a las clases preparto, a talleres, había echo visualizaciones de lo que seria mi parto y asistía regularmente a yoga y clases en la piscina para preparar el cuerpo.

Por un lado tenía ganas de que ese día llegase, por otro estaba tranquila y feliz con mi embarazo.

Una noche, cuando aun faltaba casi una semana, me desperté con contracciones.  Eran bastante seguidas pero podía seguir echada a la cama. Me quedé tranquilamente descansando y pensando que seguramente era el principio pero que tardaría unos días, que se irían en un rato o que simplemente estaba soñando.

Mi marido se levanto como siempre a las 6 para ir a trabajar, le dije que tenía contracciones y curiosamente no se preocupo mucho, se fue igual al trabajo. Por suerte ese día había la chica que nos hacía la limpieza y pasé la mañana acompañada. Ella tenía una niña de 3 años de la que hablaba a todas horas. Se pasó la mañana contándome de su parto, de su gran empujón que fue muy fuerte y salió la niña disparada y diciéndome lo sorprendida que estaba que tuviera las contracciones tan seguidas. Des del principio eran cada 3 minutos, mas o menos, porqué en esos momentos ponerte a mirar el reloj.., eran cada vez mas intensas. Aunqué ni imaginaba que aquello solo eran cosquillas. Hasta el mediodía que se fue yo tenia que agacharme a cada contracción pero podía escucharla y andar un poco por la casa. Era un dolor físico pero mentalmente estaba aún normal.

En algún momento hablé con mis matronas para decir que todo empezaba. La casa estaba lista, limpia, la piscina hinchada, todo en su sitio… pensar que tendría a mi bebé en casa me hacía sentir tranquila y segura.

No quise cerrarme con ninguna idea, fui a visitar el hospital, fui a hablar con la cirujana e hice los papeles para la epidural esperando no tener que ir pero abierta a lo que pudiera ocurrir.

No había leído a Michel Odent pero intuía que en casa todo seria mejor, porqué era mi refugio, estaría solo con las personas que necesitaba, haciendo lo que necesitara. Como todos los animales, como todas las mujeres al largo de la historia. Seguramente yo fui la primera, después de miles de años de historia, que mi antecesora pisó un hospital, y tampoco quiso la epidural. Así que si miles de mujeres antes que yo habían triunfado (yo soy la prueba que siempre lo hicieron) yo también podía.

A mediodía llamé a mi marido, que me preguntó si había roto aguas y como le dije que no me dijo que seguiría trabajando. Yo ya no podía ni hablar porqué estaba teniendo otra contracción así que le colgué el teléfono y creo que eso ayudó a que se apresurara a volver :D

Había pedido a mi amiga Nuri que tambien estuviera, des de que quedé embarazada supe que la quería a mi lado. Siempre fue como mi hermana mayor, me cuidaba y me daba buenos consejos. Así que cuando terminó su trabajo, hacia las 3 de la tarda vino a casa. 

Luego una de mis matronas vino pero me dijo que aun faltaba mucho, y que tenía una reunión, que si me importaba que estuviera fuera un rato, así que le dije que no había problema, tampoco podía hacer nada. La única que había que trabajar era yo. Y lo hacía muy bien, sin prisa pero sin pausa. Y que poca pausa!!! No podía ir del comedor a la cocina sin agacharme unas cuantas veces. De echo la única vez que intenté ir a la cocina rompí aguas allí mismo. Me gustó, sentí como algo calido bajaba por mis piernas, fue una sensación agradable.

Agustí siempre se ríe recordando que empecé a decirles que notaba la cabeza y que ya salía. Que cara se les puso a los 2! Y que iba a saber yo si era la primera vez, verdad? Seguramente notaba la cabeza encajada, porqué lo que faltaba aun nadie se lo imaginaba.

Creo que cuando rompí aguas ya no llevaba las gafas porqué a partir de ahí lo recuerdo todo borroso… son todo sensaciones mas que imágenes.

Debían de ser las 4 de la tarde, yo pensé que a las 6 ya habría nacido. De echo en mis visualizaciones era así, empezaban las contracciones tranquilamente, luego venían ganas de apretar y enseguida nacía ella. Siempre pensé que sería fácil, rápido. Que pondríamos música y velas y que entre contracción y contracción haríamos bizcochos y nos lo pasaríamos divino en la cocina jajaja ya!.

Con Agustí nos habían enseñado puntos para el dolor, pero ese día… no me apetecía nada. Todo me molestaba. No recuerdo en qué momento empecé a sacarme la ropa pero anduve todo el tiempo sin nada. Creo que en algún momento me entraban escalofríos y luego me ponía el albornoz, y enseguida me entraban olas de calor y ala, todo fuera.


Una de las cosas, puede que la única, que me había preocupado de tener el bebé en casa era los gritos. Me daba vergüenza que los vecinos me escucharan. Pero ese día se fue la vergüenza. Creo que grité y grité, o al menos esa es la impresión que me da a mi. Todos los vecinos dicen que no escucharon nada. Siempre he pensado que lo decían por no incomodarme.

Bueno, la vecina del lado si dijo que había escuchado un grito que ya les dijo en el trabajo que había sido el definitivo… y así fue, ese seguro lo escucho todo el barrio, pero que bien me sentó! Luego hablaré mas de ese grito.



Al final las 6 pasaron, y las  7 y las 8 también… yo iba dilatando bien pero creo que no se terminó la dilatación hasta pasada media noche.

No recuerdo que hicimos todas esas horas, ellos cenaron, yo comí una cereza porqué aun no había comido nada y al verla me entró hambre, pero se quito enseguida.  Estaban todos por allí, pero fue como me dijeron. Primero hablaba normal con ellos, pero con las horas fui cerrándome en mi misma, alejándome de la realidad para sumergirme en mi mundo mamífero, reptiliano. Acallé mi cerebro racional para que los otros pudieran actuar. 

De echo el día siguiente Agustí tubo que contarme todo de nuevo porqué no podía recordar nada… Yo con mi coctel de hormonas estaba feliz de la vida y ya mucho quedaba de todo aquél dolor. Así que a lo mejor debería escribirlo él que lo vivió des de fuera.. pero lo importante aquí es lo que pasa por dentro, no por fuera. Sin desmerecer su gran trabajo sin el cual, yo no habría podido concentrarme en mi misma ni habría tenido la fuerza para hacer todo el gran trabajo que hice. Estuvieron un montón de horas, cansados, preocupados, adoloridos porqué yo los apretaba con todos mis fuerzas… me dieron amor, tranquilidad, serenidad, energía para seguir adelante. Las palabras justas en cada momento, las manos apretando la espalda en cada contracción. Que habría sido de mi sin todo eso?


Llegó la noche, el silencio, la oscuridad, las contracciones seguian sin darme tregua, sin dejarme pensar. Me sentía frustrada porqué no era aquello lo que me esperaba. Se estaba haciendo demasiado largo. Los minutos se alargaban, el dolor era inaguantable, sentía que me habían estafado, que nadie me había contado la verdad, que no estaba preparada para aquello.

Los segundos de descanso eran insuficientes. Intentamos con la bañera, para ver si se detenía todo un poco, pero a cada momento tenia que levantarme de dolor y salía porqué no me apetecía estar dentro.

Todo era muy irracional, me movía por impulsos, por necesidades, me daba igual todo. Estaba sumergida en mi dolor.


Me movía por la sala sin parar, había la pelota, imagino que la use, pero ahora no lo puedo recordar, de echo no puedo recordar que hacia yo, tantas horas allí de pie, porqué no fui capaz ni de tumbarme una sola vez.

Y en algún momento el dolor que había ido cambiando de sitio pero siempre en la espalda, se convirtió en ganas de empujar. Y apreté y apreté, apreté de pie, apreté de cuatro patas, apreté en la silla de partos, apreté para aquí y para allá, pero nada…

Apreté durante unas 4 horas y me acordé de la matrona de las clases preparto que nos decía: "ayer vino  en el hospital una mujer y parió como una reina, tres empujones y ya estaba fuera". Y me sentía enfadada por mentir, por no decirme que a mi no me pasaría eso, que también se puede apretar horas y horas.

Al final empezó a salir la corona, pero así estuvo muchísimo, puede que mas de una hora. La miraba con el espejo, mi amiga estaba todo el rato con el lote a ver si veía algo, Agustí ya hacia rato que se había dormido y yo sentía que no podía nacer si el dormía. Y como podía dormir con aquellos gritos? Estaba muerto de cansancio el pobre, no lo culpo. Pero lo necesitaba… Suerte que mi amiga me susurraba palabras de aliento. Hacia que me durmiera de pie abrazada a ella entre apretada y apretada.

Y yo diciendo la típica frase: no puedo-no puedo. Claro que podía! Y lo sabia! Cuando les veía que me miraban con aquella cara de angustia se lo hacía saber. Que lo decía pero me dolía, porqué necesitaba decir alguna cosa, porqué me salía decirlo, pero claro que podía! Lo que pasa es que era un poco largo… y las 4, las 5, las 6, las 7de la mañana. Ya llevaba unas 30 horas sin dormir, sin comer, sin descansar…. Yo ya estaba exhausta. A cada contracción, o pujo o lo que fuera me tomaba un sorbo de agua con unas gotas de rescate (flores de Bach) que bien sabia esa agua porqué con la fuerza, los gritos, la boca me quedaba seca. Lo necesitaba. Me acordaba de las chicas en el hospital que no las dejan beber y me preguntaba como podían sobrevivir sin esos sorbos que me devolvían a la vida.

Recuerdo que al final todos hacían cara de preocupación, pero yo estaba tan cansada que en ese momento me daba igual como acabara todo. Pero confiaba en la matrona, que iba escuchando el corazón del bebé que latía tranquilo. Todo estaba bien, solo era cuestión de tiempo, pero con la cabeza allí abajo, que yo casi no podía moverme, era necesario apresurarnos un poco. Pero como? Me pidieron que hiciera una postura que solo de pensarlo me entraba mucho miedo, no sé porqué.. pero que al final probé, aunque no dio resultados. era algo así como Agustí sentado en una silla, yo sentada encima de él mirando hacía el y el culo cayendo para abajo. Me daba miedo romperme.

Empecé a cantar, Agustí aun piensa que era porqué con todas mis hormonas ya no sentía nada. Que me lo estaba pasando de maravilla. Dolía muchísimo,  no sabia porqué apretaba tanto y no pasaba nada, pero ya estaba tan… no sé, ida? Que cantaba.

Así que hacia las 7 y media la matrona llamó a otra matrona, y luego me dijo que me cortaría un poco para ayudarme. Me hizo estirar, Agustí se estiro detrás de mi para que pudiera apoyarme en él. Sin las gafas no veía mucho, pero imaginaba que iban a cortarme… empecé a temblar y de repente sentí como si me cortara, aunque con el grito la matrona se apartó y ni me tocó. De pronto me acordé de lo que había dicho la otra matrona, la de las clases… que las mujeres con la epidural les hacen cerrar la boca para apretar. Yo soltaba aire para apretar (que luego me dijeron que era lo mejor porqué si retienes el aire dejas de mandar aire al bebé) pero en mi caso no apretaba bien así, entonces aguanté y apreté y ella me ayudó y de pronto empecé a ver algo enorme que salía de dentro y empecé a gritar con todas mis fuerzas, pero no tanto de dolor sino como de pánico, pero un pánico bueno, como una gran sorpresa, no sé, no gritas así por una sorpresa, vaya, yo no, pero me salió un gran grito desgarrador, y de repente ya tenía Mireia encima. La miré y me enamoré, empecé a llorar y a decir:  habéis visto que bonita? Pero que bonita!

Y todos lloramos.



Y así nos quedamos un buen tiempo. Luego alguien habló de desayuno y mi marido desapareció rápidamente a buscar pan, porqué a él la sangre… y imagino que había… no sé, yo solo tenia ojos para mirar a Mireia, no podía dejar de mirarla, estaba tan sorprendida, tan feliz! Mi bebé, estaba allí, ni en mis mejores sueños había imaginado algo tan hermoso, tan tierno, tan dulce.

Después de media hora mi amiga cortó el cordón umbilical, luego la placenta fue saliendo, creo que tiraron un poco de ella, pero yo estaba en lo mío... y ni me percaté.



En algún momento me levanté y me fui al sofá, las dos desnudas con Mireia, bien tapadas con toallas, y allí nos quedamos, enamorándonos mientas los otros desayunaron. El coctel de hormonas era brutal, me sentía feliz, viva, llena de energía, llena de amor, enamorada de todo el mundo, era algo genial.

La otra matrona llego justo para desayunar y después pesarla: 3,120 Kg. (me la hizo poner a mi sobre una ropa para pesarla porque no la quiso ni tocar, para que no se le pegara el olor. Y eso estuvo mas que bien porqué estuve muchos meses oliendo muy fuerte el perfume de cualquier persona que la tocaba)


Al final ni corte ni desgarro. Por suerte salió sin romper nada, seguramente por el echo que estuvo tantas horas. Alguna cosa buena tenía que haber!

Intenté que fuera sola hacía la teta, que reptara, pero ella estaba tranquila, tumbada sobre mi pecho y después de una hora la pusimos a la teta. Comió un poco  y se durmió.  


Luego al cabo de unas horas llamamos a la familia para darles la noticia. Y así terminó todo. Y así empezó todo.











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